Abres tu chaqueta, cortas la piel de tu pecho, metes las manos por las costillas, abres el corazón en dos, y allí no hay nada. Y si decides ir más adentro, al mundo microscópico, introducirte en el átomo siguiendo una espiral eterna de lo más grande a lo más pequeño, allí tampoco hay nada. El vacío es parte de estar lleno. No se puede ser sin no-ser, de la misma forma en que la muerte es parte de la vida. El vacío te acompaña desde que naces. En un principio ese vacío lo llena tu madre, o quienes te rodean. Te llenan de cuidados, de alimento, de juguetes, hasta que comienzas a crecer y los espacios internos empiezan a estirarse, a agrandarse y el vacío se hace cada vez más visible e ineludible. Llega un momento en que el vacío es tan grande que te desesperas. Empiezas a correr y a correr y a dejar atrás casa, familia, certezas, hasta que llegas al último pedazo de tierra que te sostiene y debes decidir si regresas o te lanzas. El vacío es como la sombra: por más que lo intentes nunca podrás despegarte de él, aunque sí puedes ignorarlo. Hay personas que nunca ven su propio vacío: se llenan de actividades con tal de no dejar tiempo libre que los amenace con mirar hacia su interior. Y si por descuido llegan advertir ese vacío, entonces se van corriendo al Mall a comprar cosas que realmente no necesitan para llenarlo, esconderlo u olvidarlo. Pero hay otros valientes que no le temen. Se le quedan mirando de frente, desafiantes. Son aquellos que cuando corren al precipicio se lanzan, dejando atrás todo aquello que les parecía seguro y serio. Son aquellos que mientras más se miran a sí mismos, más descubren que lo que les rodea es también su responsabilidad y comprenden que ese vacío no se llena si no es pensando en el todo, en los otros, en esa realidad que comienza más allá de mi nariz. Intentar llenar el vacío es una excusa, una oportunidad para encontrar sentido. Una vida sin sentido es una vida llena de vacíos enormes que se estiran hasta consumirnos. Encontrar el sentido es un acto que requiere salir a mirar, y reconocerme en lo que veo, en las carencias, en la otredad, para luego decidir qué voy a hacer. Sólo el trabajo consciente me ayudará a llenar el vacío, y aspirar a la verdadera libertad, esa libertad que puede alcanzarse incluso encadenado en una celda. El OmbligO, 27 de Junio de 2015.
top of page
bottom of page
Comments